Leyendo el Ulysses 5 — The Lotus Eaters
I
En la entrada correspondiente al capítulo cuatro apunté la particularidad de que Joyce estuviera creando un paralelismo entre Ogigia —la isla de Calipso— con la propia casa de Bloom. En este capítulo encontramos otra pequeña sorpresa. En la Odisea, el protagonista llega a la isla de Esqueria, donde viven los feacios. Allí conoce a la princesa Nausícaa y a su padre el rey Alcínoo, y les cuenta sus aventuras entre la caída de Troya y los años con Calipso.
Sabiendo esto, podríamos esperar que el capítulo inmediatamente posterior a Calipso sea el de Nausícaa. Pero no. Nausícaa es el capítulo decimotercero. La adaptación de Joyce se aleja del esquema original, y salta a la segunda aventura que Odiseo cuenta a sus anfitriones: la de los lotófagos.
La historia es muy sencilla: Odiseo llega a la isla junto a su tripulación. Algunos de sus hombres desembarcan, y encuentran a los habitantes de la isla, que les ofrecen su comida. Su comida resulta ser flores de loto, que les hizo dormir y desarrollar un sentimiento de apatía. Se olvidaban de su hogar y de aquellos que esperaban su regreso. Odiseo fuerza a sus hombres a volver a los barcos y se van de la isla. Simple.
II
El paralelismo resulta obvio en varios puntos. Por empezar con el ejemplo más obvio, en citas como esta:
Nice kind of evening feeling. No more wandering about. Just loll there: quiet dusk: let everything rip. Forget. Tell about places you have been, strange customs.
Pero también en otros temas más sutiles. Al igual que Odiseo mantiene su compostura respecto a quienes le rodean, Bloom resulta mucho más cuerdo y sereno que aquellos personajes con los que se cruza durante el capítulo, y también dedica varios pensamientos a las drogas como el tabaco o el opio.
Podemos encontrar otro guiño a Homero en la cantidad de flores que se nombran en el episodio. Incluso la propia palabra "flower" (flor), es el apellido del pseudónimo de Bloom. Porque sí, parecía un pagafantas, pero resulta que mantiene un apartado postal a nombre de Henry Flower, donde recibe cartas con cierto picante de una tal Martha:
Please write me a long letter and tell me more. Remember if you do not I will punish you. So now you know what I will do to you, you naughty boy, if you do not write.
Cierto es que no llegan al nivel de las que le mandaba Joyce a su mujer Nora, pero solo llevamos cinco capítulos.
Finalmente, hay otra flor justo al final del capítulo. Bloom va camino a unos baños, y mientras tanto se va imaginando desnudo ("este es mi cuerpo", que nos lleva a la anti-misa de Buck Mulligan), e imagina mirar su pene: "the limp father of thousands, a languid floating flower".
III
Como ya os adelanté, después de salir de casa primero se pasa por la oficina de correos a por sus cartas secretas. Antes de poder leerla, se encuentra a un conocido, que es uno de los personajes de Dublineses. En cierta forma, esta conversación es casi un epílogo a algunas de las historias de ese libro, pues aprendemos qué ha sido de otros personajes.
Leopold sigue con su paseo, con su monólogo interior, y con sus memorias y sus observaciones. Entra en una iglesia donde hay alguna misa o celebración: le sobra tiempo. La descripción sensorial de la iglesia es genial, y el contraste con las intuiciones teológicas de Stephen resaltan todavía más su brillantez.
Junto a lo que comentaba en la entrada anterior y otros detalles de este capítulo, el aparente desconocimiento de Bloom sobre los rituales católicos llevan a pensar que está más familiarizado con la fe judía que con la cristiana. En un momento llega a preguntarse qué significa INRI (decide que es "iron nails ran in") e IHS ("I have suffered"). No así su mujer ("Molly told me one time I asked her"), que parece ser la católica de la pareja.
Como sigue teniendo tiempo de sobra antes del funeral (que será el capítulo siguiente, Hades), se pasa por la farmacia a encargar una cremita para Molly, tiene un encuentro extraño con otro de los personajes de Dublineses, y se va hacia los baños.
Por hoy lo dejamos aquí.